La idea comenzó con la posibilidad de hacer un regalo personalizado: se trataba de hacer un dibujo del castillo de Marcilla sobre un ladrillo recuperado de éste en las obras de su restauración. Al principio el protagonismo era para el ladrillo, pero luego vimos que el dibujo aportaba un valor añadido y que era una opción más adecuada para guardar como recuerdo.
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